“El andar condicionaba la mirada, y la mirada condicionaba el andar, hasta tal punto que parecía que solo los pies eran capaces de mirar”.
Robert Smithson
La capacidad reveladora que encripta el enunciado de la muestra de Federico Ruiz Santesteban, sólo
evidencia los móviles nada inocentes que pautaron sus tácticas, alentaron sus registros y arriesgaron sus
formatos. Productos de un Grand Tour en código presente, la mirada no descansa en su impecable técnica sino que
resulta de la vigilia incisiva del paseante atento. De la abstracción desafiante de quien busca pero se
embriaga en suspenso con el tiempo y el espacio que ocupa.
Actitud que respira aquel flâneur que Walter Benjamin en su Libro de los Pasajes encontrará
vagabundeando en la trama medieval del desgarrado París, gritando quizás a la modernidad implacable y
que Marshall Berman en su Todo lo sólido se desvanece en el aire reencontrará con el espacio público de
los grandes Bulevares.
Pero Deriva más que errabundeo devela una acción. Como la Visita a Saint-Julien-le-Pauvre de Tristan
Tzara y su séquito dadá que resultara antesala conceptual a las derivas que en la década del 60 activaron a
los situacionistas en las mismas calles parisinas. A través de nuevas cartografías surgidas de experiencias
psicogeográficas, gritan ante la hipnosis espectacular que diluye al hombre que juega.
Pero en cambio la “deriva” que convocan estas imágenes construye un mapa que celebra su tiempo
presente, que juega con él, en el que las preguntas se dirigen quizás a sus mundos introspectivos, sus
ímpetus contenidos y su soledad. A un hombre enfrentado hoy a la agridulce y perturbadora experiencia de
lo público.
Fotografías deudoras de otras pasiones: la arquitectura, la ciudad. No sólo por la selección intencionada de
quien bien las reconoce, sino por la elocuente capacidad de revelarlas, de contenerlas. Fotografías que se
suman a la street photography de Doisneau, Winogrand, Friedlander, Cartier Bresson, Turpin y tantos más.
Imágenes que pudieron ser otras, rostros que pudieron ser diferentes, lugares que pudieron ser muchos; ahí
quizás anida la mágica capacidad de la deriva: ¿quién descubre a quién?, ¿quién resiste a quién?, ¿quién
viaja hacia quién?
Montevideo, Noviembre de 2011. Arq. Marcelo Roux